Bestiario Audaz : El Amarok

 Bestiario Audaz

El Amarok

    Hicisteis caso omiso a la leyenda inuita que prohíbe ir de caza solo por las noches y estáis en medio del bosque con vuestro fusil colgado a vuestras espaldas por sus correas envueltas alrededor de vuestros hombros. Camináis tranquilamente, tanto despreocupadamente como en guardia, y contempláis la belleza aturdidora de la naturaleza que os rodea, siempre con un aerosol contra osos a mano por si las moscas. Vuestros pies aterrizan en el suelo nevado y fangoso a semejanza de patas de gato silenciosas. Como un cazador astuto, controláis hasta el tintineo de los llaveros que cuelgan de vuestros pantalones. No obstante, se os lleva un susto y os estremecéis con el crujimiento violento de hojas detrás de un matorral espeso. Al cabo, un temblor interno y escalofríos por vuestra espina son el último sentimiento vago antes de que encaréis el Amarok, el temible lobo solitario de las creencias inuitas. A unos cuantos segundos del encuentro luctuoso, no tardáis en percataros de que un destino funesto os depara. De manera desdichada, el lobo leyendario no os da tanto tiempo como para agarrar el fusil y os embiste presto. Su hocico grande es la última cosa que veis antes de caer, inconsciente, cuando el lobo os destroza la garganta y os asfixiáis, lo que no es un mejor fin que desangraros con un cuerpo desgajado. 

    Según cuenta la leyenda, el Amarok es un lobo solitario de tamaño ingente que persigue y caza a los cazadores imprudentes que se atreven a salir de casa solos, desacompañados e incautos. Aunque carezca constancia documental al respecto, abundan relatos que detallan y precisan este ser mítico. A diferencia de los lobos ordinarios, el Amarok vive solitario y caza solo, evitando las manadas de sus congéneres. Acecha en los densos bosques del Nuevo Mundo y no tiene destello de compasión. Por lo tanto, se aconseja a los viajantes evitar salir desacompañados durante las noches, inclusive los crepúsculos. 

    Existen algunas leyendas acerca de esta criatura mítica, la más famosa siendo la del huérfano contrahecho llamado Kagsagsuk. Al invocar el Señor de la Fuerza, a un pequeño niño enteco, que se esmera por fortalecerse y acrecentar su fuerza, se le aparece el Señor en la forma de Amarok y, luchando con él, lo tira al suelo sujetándolo con su cola. Tras esto, se le cayen algunos fragmentos de hueso al niño. El Señor explica enseguida que esos huesos eran los que le impedían crecer en fuerza. Le ordena que vuelva para entrenarse con él diariamente. Al cabo de algunos días, el niño adquiere una tal fuerza que podía vencer a tres osos a la vez, de tal manera que también alcanza la fama y la estima a los que le faltaba su aldea. Para ser honesto, esto no es una historia épica que contar con entusiasmo y emoción como la de Ícaro en la mitología griega, no obstante, siempre es una narrativa folclórica que nos esclarece a propósito de este ser horripilante acerca del cual carecemos de información pormenorizada y sustancial.


    A modo de conclusión, el Amarok es una criatura mítica poco conocida a causa de la escasez de constancia documental que se conservó sin alteraciones. Caza de noche y acecha en densos bosques de las tierras inuitas que viven en la parte septentrional de América del Norte. Usualmente atacan a los cazadores que se atreven a salir desacompañados durante las oscuras noches, desafiando los susurros amenazantes que soplan desde las profundidas insondables del bosque.

Os agradezco calurosamente vuestra lectura,
Athel.

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