Las Razones para Viajar

 Las Razones para Viajar

 La historia de viajar se remonta hasta el inicio de la especia humana. De las cavernícolas primitivas que se comunicaban con gemidos y se nutrían de carne casi cruda y plantas simples hasta personas libres e independientes que diariamente hacen su ida y venida entre el trabajo y el domicilio en medios de transporte modernos llevando trajes y corbatas, todos viajamos para cualquier motivo. Aparte de los viajes obligatorios que realizamos por necesidad, encarecida e incesantemente recomiendo viajar a todos.

 La primera razón de esta recomendación insistente radica en la oportunidad de expandir nuestros horizontes a través de él ya que los viajes nos permiten ver lugares y experimentar choques tanto culturales como climáticos que nos convierten en personas más tolerantes y sesudas. Según mi propia experiencia personal, las personas más intolerantes, prejuiciosas y irrespetuosas hacia todo lo que les es ajeno o extraño suelen ser aquellas que nunca han tenido la ocasión, o la intención, de explorar el mundo que las rodean. Conforme más se viaja y experimenta, se torna más permisivo y comprensivo. 

 No obstante, llevar a cabo viajes no solamente conlleva beneficios culturales y una habilidad de adaptación, sino también nos obliga a crecer y volverse más autosuficiente porque organizar una gira supone un sinfín de etapas detalladas y fatigantes. En la mayoría de las veces olvidamos cosas por arreglar y acabamos pagando precios o costes suplementarios y imprevistos que no estaban incluidos en nuestra agenda inicial. Estos errores nos enseñan a escudriñar cada detalle con minucia, asegurarnos de todos los contingentes que puedan surgir y gestionar las crisis cuando ocurran. Estoy fuerte e incambiablemente convencido de que una persona que frecuentemente viaja apaña situaciones dificultosas con mejor habilidad que una sin experiencia aventurera.

 Al final, una de las cosas tan importantes por tener cuenta es que todos crecemos y fundamos familias al final, dando a luz progenie que nos sucede cuando morimos, aunque haya gente que no se decante por una tal vida y siga sin crear una familia. Ya que los padres son el ejemplo al que sus niños están más expuestos, ellos nos imitan y siguen nuestros pasos. Les impartimos nuestros recuerdos y experiencias para que tomen medidas preventivas para prevenir los desastres que nos ocurrieron y que se abstengan de ciertos comportamientos, actos o hábitos para que no se lamenten a la postre. Necesitarán líderes que los guíen y nos mirarán en primer lugar. Por ende, debemos de ser capaz de instruir y criarlos con buenos consejos y siendo un buen ejemplo para ellos. De esta perspectiva, los viajes que realizamos contribuyen a nuestro acervo que será posteriormente legado a nuestra prole. 

 A modo de conclusión, opino que cada persona capaz y suficientemente adinerada haya de lanzarse a la búsqueda de aventuras en el extranjero por motivos tanto individuales como generacionales.

Calurosamente agradezco el tiempo que dedicasteis por leer,
Athel.

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