Una Discriminación Milenaria : El Antisemitismo

Discriminación Milenaria : El Antisemitismo

El judaísmo es considerada la primera y más antigua religión monoteísta del mundo por muchos científicos de varios círculos académicos. Aunque sus creyentes, nunca abrieron su contenido casi recóndito y arcano, en el sentido de que prohíben el acceso a los visitantes en sus sinagogas a excepción de algunas turísticamente muy atrayentes, al no ser su religión proselitista, sus tradiciones inveteradas persisten todavía, resistiendo la prueba del tiempo. A lo largo de toda la historia de la humanidad, esta pequeña comunidad religiosa ha sido objeto de discriminación, odio y persecución. Muchas veces se les achacaron a ellos colectivamente actos delictivos e ignominiosos del pasado como atentados terroristas, la depravación moral—de ahí la Inquisición—o aun la ejecución de Jesús en la cruz. Por lo tanto, a raíz de estas acusaciones combinadas con su estatus minoritario que propicia que se la convierta fácilmente en el chivo expiatorio de cualquier cosa patibularia y aviesa, la comunidad judía nunca ha podido escapar de persecuciones, discriminaciones y sus efectos adversos. Presenciamos el antisemitismo también en el mundo moderno pero lo que hay que constatar es la tendencia invertida hacia los judíos entre dos otros grupos religiosos: los cristianos y musulmanes. Si bien los musulmanes resguardaron y ampararon a esta minoría exigua mientras que los reinos cristianos de la Europa Medieval se esmeraban por expulsarlos de sus territorios bajo pena de muerte y confiscación de sus bienes, ahora asistimos al declive del antisemitismo en el mundo occidental, originalmente de fe cristiana, y a un auge súbito e improviso en delitos o agresiones antisemitas entre los musulmanes. Sin embargo, es importante notar que el antisemitismo es un fenómeno vergonzoso que se manifiesta aún con alta frecuencia por doquier, independientemente del lugar y del tiempo. Entonces surge una pregunta por plantear. ¿ Por qué los judíos suelen atraer tanta vituperación y execración desde los albores de la historia humana?

 En primer lugar, conviene comprender el contexto en el cual se originó esta religión. Hace casi tres mil años, surgió un movimiento monoteísta que afirmaba que existía un solo Dios llamado YHWH, que se le había revelado a un personaje tan influyente como criminal—ya que era un hombre buscado por asesinato—que se llamaba Moisés. Según se cree, Moisés llevaría a su pueblo fuera de Egipto, donde vivían en condiciones deplorables y siniestras, esclavizados por el faraón, un suceso crucial en la tradición judía que se llama el Éxodo. Pese a que no haya evidencia sólida y contundente respecto a la veracidad de este relato, lo que es de importancia para nosotros es percatarnos de su singularidad en el entorno, tan propicio a situaciones conflictivas, en el que brotó esta religión. Éran únicos en sus modales, creencias y costumbres, por lo que el carácter enigmático y peculiar de este movimiento religioso atrajo tanto hostilidad como curiosidad. Desde la perspectiva de los pueblos circundantes, también es entendible que un pueblo que circuncida a sus críos sea de extrañar, ya que se negaba firme y tenazmente a integrarse en la sociedad en la que vivía y prefería apartar, aislar y distinguirse de los demás. En este sentido, es juicioso, cuando uno inquiere acerca de este tema, abordarlo con prudencia, contextualidad y comprensión. Desde el principio hasta el fin de la Antigüedad, los judíos fueron perseguidos por más o menos mismos motivos tales como su negativa a adaptarse a la cultura mayoritaria o sus costumbres insólitas. Sin embargo, las razones se diversificaron como consecuencia de la condena a muerte de un hombre—que se pretendía el Mesías tan esperado, según los cristianos de la actualidad, o un profeta esperanzador sobre el, Mahoma, que le sucederiá, según los musulmanes—llamado Jesús o Ieshua(ישועde Nazaret.

 A partir de este acontecimiento, un nuevo atributo bastante fatídico, aciago e infausto se pega a los adeptos del Judaísmo: el de deicida. El deicidio, por definición, significa el asesinato de Dios, empleado específicamente para designar la ejecución de Jesús por los fariseos, un grupo de judíos que vivían en el estado de Judea durante sus años de ministerio. Esta acusación colectiva tan grave les costaría, a lo largo de la Edad Media cuando la Cristiandad se apropió de Europa, pesados y exasperantes fastidios en el Occidente visto que ya los judíos representaban al perfil de asesinos asquerosos que crucificaron al Dios hecho carne. Por otro lado, debido a las alusiones incisivas del Nuevo Testamento a los fariseos repletas de difamaciones generalizadas como las de hipocresía o corrupción, los judíos fueron siempre vistos de mal ojo y hallados culpables por todas las perversiones. Esta visión nefaria del judaísmo causó, en su origen, las masacres de Rheinland, consideradas como el primer Holocausto de la historia, en el año 1096 y el destierro de los judíos de las tierras españolas en el año 1492 porque los judíos simbolizaban el apogeo de la depravación moral.

 Pese a todo, el amor de los musulmanes y el odio de los cristianos acerca de esta religión fue invirtiéndose en los años pasados, también cabría decir en el siglo pasado. A día de hoy, se contabilizan más atentados antisemitas en los países de fe musulmana que en los países de fe cristiana. Parece que los musulmanes han cambiado de actitud hacia la comunidad judía mientras que Europa se arrepintió de su pasado sanguinolento. A pesar de que no se tenga clara la razón detrás de esta animosidad, se puede pensar que este conflicto interreligioso surgió con la vuelta de los judíos en Tierra Santa mediante olas migratorias llamadas Aliyahs. Bajo la ocupación británica, se previó que los judíos volviesen a los alrededores de Jerusalén para que se fundase un estado judío bajo los auspicios del Imperio británico. Desde esta perspectiva se puede pasar la factura de las tensiones entre musulmanes y judíos a los británicos ya que los británicos imperialistas repartieron mal las propiedades judías y musulmanas en la región palestina, dando origen a las discrepancias entre miembros de ambas religiones. Pues esta tensión política fronteriza se generalizó a escala regional y religiosa después de que ambos lados se atacasen vilmente. Las imágenes perturbadoras y sangrientas de civiles musulmanes heridos por los soldados israelíes despertaron gradualmente el asco de otros países árabes circundantes y las relaciones generales entre ambos grupos se envenenaron y recrudecieron hasta el punto de que la hostilidad mutua comenzase a prevalecer sobre aquélla que estaba menguando entre los cristianos y judíos. En breve, esta historia es, a mi parecer, el factor más importante pero hay que realzar la presencia de otras razones menores que atizan este odio. 

 Además, el antisemitismo fue avivado también por los políticos fascistas del siglo XX como Hitler y Stalin y, por este medio, los judíos fueron sistemáticamente exterminados so capa de limpieza étnica. Por ejemplo, Hitler usó a los judíos, a los que imputaba la responsabilidad y la culpa de manipulaciones económicas que perjudicaban a la economía alemana. También desdeñaba él a los judíos porque, según cree, "el acervo genético judío" conllevaba la degeneración racial cuando se mezclaba con "la supuesta raza superior ariana". Todas estas creencias infundadas y odiosas fueron hábil y diestramente usadas para reunir apoyo político durante sus campañas electorales; por consecuencia, acaparó el poder y concretizó desgraciadamente todas sus intenciones repugnantes. En este ejemplo específico, el antisemitismo era debido a motivos mucho más diferentes que los previos que mencionamos. Sin embargo, fueron estos motivos que hacen que la animosidad contra el judaísmo perdure nuestros días porque el mundo puso el enfoque en sus propios bolsillos, así individualizándose, cada vez más a medida que los judíos se enriquecieron por medio del comercio y empezaron a ejercer una influencia política en la gobernación de muchos países a través de sus actividades de lobbying. La gente que vio que los judíos semejaban a una secta secreta de magnates con influencia tentacular empezó a dudar que los judíos controlaban el mundo y esta conspiración llevó a muchos a creer que ellos moldeaban el tren de sus vidas a su antojo, creando así una indignación desprovista de razones palpables y basada en suspicaces e ilusorias intuiciones personales. Este tipo de desconfianza con respecto a los judíos todavía persiste en la mente de todo tipo de personas susceptibles de creer en tales teorías insidiosas alimentadas por peroratas y patrañas insensatas.

 A fin de cuentas, el antisemitismo es un tipo errátil de odio, repugnancia, desconfianza acerca de la religión y la comunidad judía que pone en su mira a todos los individuos de confesión judía sin importar las particularidades de cada uno. Es una hostilidad inentendible que simboliza el apogeo de la discriminación que no discrimina irónicamente, ya que diferencia entre religiones pero no entre individuos. Por este carácter suyo, el antisemitismo debe ser desguazado y sus perpetradores malvados perseguidos hasta sus "aquelarres"—es decir, escondrijos—si lo que ansiamos es verdaderamente la paz mundial porque el odio es el primer y mayor impedimento que lo obstaculiza.

Muchas gracias por leer,
Athel.


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