¿ El Auge de la Extrema Derecha Europea es una Amenaza a la Paz Internacional ?

 ¿ El Auge de la Extrema Derecha Europea es una Amenaza a la Paz Internacional ?


 De manera rematadamente pasmosa, el mundo presencia la vuelta estruendosa de la extrema derecha en la escena política del continente europeo. Con la elección arrolladora de la primera ministra italiana Meloni, el surgimiento inesperado del partido político Vox en España, o del partido ultraderechista AfD, Alternative für Deutschland por sus siglas, el equilibrio de poder en Europa parece cada vez más inclinarse del lado de los conservadores nacionalistas que reclaman reglamentos desde ligeramente nacionalistas hasta radicalmente racistas. Por miedo a recaer en regímenes dictatoriales como ya acaeció innumerables veces en el pasado, la gente adopta una postura contraria a la de los proponentes de dichas tendencias políticas, lo que acentúa aún más la polarización societal. Entonces, ¿ Qué podemos esperar ?

 «Quién olvida su historia está condenada a repetirla,» dijeron nuestros antepasados con acierto para realzar la importancia desmentible de escarmentar. Verosímilmente, estas circunstancias representan el mejor ejemplo al cual se aplica esta cita hogaño. Sin embargo, este panorama deprimente no se asoma por primera vez, ya que algunas eminentes potencias europeas siempre tuvieron aquella proclividad a reincidir y derivar hacia una dictadura o una monarquía absoluta. Para ejemplificar, podemos mencionar el caso de Francia que, justo después de que las populachas furiosas se alzasen contra el poder y guillotinasen al entonces rey Louis XVI el 21 de enero 1793, se sometió voluntariamente al mandato dictatorial de Napoléon Bonaparte y preparó su propio colapso que sería ocasionado por sus derrotas humillantes tras una larga campaña militar que iba viento en popa antes. En paralelo a este ejemplo, se podría mentar a Alemania, probablemente el epítome de la reincidencia política.

 Para entender el apoyo a la extrema derecha, tal vez necesitemos echar un vistazo a la situación migratoria de Europa que es la razón más flagrante en mis ojos. En la época de la posguerra, los países europeos pusieron rumbo a una democratización liberal y a la apertura de instituciones internacionales que asegurarían el mantenimiento de la paz mundial o diversos asuntos tales como la conservación del medio ambiente y la detención, o por lo menos el enlentecimiento, del cambio climático. Durante la reparación de la ruina que ambas guerras mundiales dejaron atrás, estos países legislaron en favor de gigantescas olas de inmigración de mano de obra procedente de países populosos con economía mediocre como Argelia, Turquía, Marruecos, etc. No obstante, esta acogida calurosa no duraría tanto como se preveía, visto que la inmigración masiva no aportó solo mano de obra, sino conllevó consecuencias desapacibles y acres como la comunitarización de grupos fundamentalistas partidarios del Islám radical o un disparo abrupto en el índice de criminalidad. A medida que estos grupos minoritarios multiplicaron sus demandas con respecto a su reconocimiento a nivel nacional y burocrático en países europeos, los jefes de estado europeos hicieron la vista gorda, dando cabida a la proliferación irrefrenable de exigencias por parte de minorías, mientras que la nación constituyente de los países atañidos se quejaba de aquel cambio. En tales circunstancias, ya era evidente e innegable que los partidos políticos anti-inmigrantes iban a encontrar terreno para acrecentar su potencial de voto, fomentando la victimización de su electorado y encaramando los valores, costumbres y tradiciones de su gente. En consecuencia de esta ingeniosa toma de oportunidad, varios partidos políticos derechistas surgieron de nuevo en la escena política recaudando un gran porcentaje de los votos. 

 Entonces, ¿ deberíamos temer ? A mi parecer, la historia está a punto de obligarse a repetir pero es claro que vivimos en un mundo diplomáticamente mucho más transparente y comunicativo gracias a la omnipresencia de medios de comunicación. Por lo tanto, el riesgo de que el agarre de un solo dictador disfrazado de héroe político empuje el mundo entero por el precipicio hacia un conflicto mundial es inimaginablemente más bajo que antes; sin embargo, nunca es cero. Además, lo que anonada verdaderamente es presenciar el auge de la derecha en casi todo Occidente. Si fuese solo Alemania, así supongamos, sería fácil aplastarlo; por el contrario, la tendencia general de hoy apunta a una deriva colectiva que afecta casi todos los países europeos de manera imparable. Esto preocupa muchos ciertamente, incluyéndome a mí. Estos partidos derechistas adelantan una agenda política mentirosa y procaz para embaucar a gente naiva. Así propagan sus reprensibles ideas y, entre comillas, emponzoñan a la gente. Esto es, desde mi punto de vista, debido a la naturaleza del hombre que contiene esta tentación irresistible de corromperse y malearse.

 A pesar de todo, hay que resaltar un hecho a modo de conclusión. Por lo mucho que temamos una agravación en la dirección de una guerra, la historia se repitió siempre independientemente de que escarmentamos o no. Sí, aprender de la experiencia propia para no volver a hacerlo es bueno pero nunca suficiente. A lo largo de la historia, los seres humanos se mataron entre sí y se involucraron en violencia física para oprimir uno al otro. Este patrón nunca eludió la regla desde tiempos inmemoriales. Por ende, el destino me parece ya sellado. Esta guerra tan aborrecida estallará un día u otro en un futuro muy cercano. Por tanto, la pregunta debería de ser, en vez de «¿ Cómo podemos evitarla?», «¿ Cómo podemos retrasarla?»

Muchísimas gracias por perseverar hasta el fin pese a mi pesimismo al respecto,
Athel.

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