¿ Es la democracia verdaderamente buena?

¿ Es la democracia verdaderamente buena?

  Una aversión por la democracia no es una noción nueva, sino una tendencia que lleva radicada en el corazón de los debates políticos desde la Antigüedad y que se perpetúa a día de hoy más vigorosamente que nunca. El disgusto de la democracia es tan antiguo como aun a Platón le disgustaba la democracia por su sencillez y superficialidad.

 Para simplificar, convendría reformular la pregunta en una metáfora: ¿ En un barco hundiendo, en calidad de marinero formando parte de la tripulación, escogería usted al hombre más competente y avezado en materia de pilotear el barco o convocaría una elección democrática ? A pesar de la posible existencia de algunos disidentes que optarían por un sufragio, estoy seguro de que la casi totalidad de encuestados tomaría por unanimidad la primera propuesta. Sin embargo, desgraciadamente para Platón y otros filósofos de la Antigüedad, no vivimos ya en una menuda sociedad con una pequeña población y escasas cosas por realizar. Hoy en día tanto la población como los sectores tales como la industria metalúrgica o el emprendimiento Freelance que rigen en la sociedad se acrecentaron hasta un punto tan inconmensurable como ni todos podemos votar ni por todo. Entonces, nos incumbe a nosotros casarnos con nuestro dictamen y elegir una vía más sostenible, aunque esto manifieste talantes más peligrosos e ilógicos, que la antigua democracia directa de los griegos peninsulares y que es todavía el régimen gubernamental de Suiza.

 Si me preguntase usted, me pondría de acuerdo con los opositores de la democracia en ciertos puntos en los que considero personalmente la democracia como ilusoria, superficial, disfuncional e insuficiente. Para ejemplificar, alego que cuántas más personas participan en un sufragio, más hacia un candidato inadecuado tienden los votos, además, esto es más palpable cuando el líder que se supone elegir encabezará un proyecto más complicado e inextricable. En este caso, no opino que haya un organismo más complejo que el estado de por sí.

 De antemano puedo anticipar posibles objeciones, una de las cuales será la imposibilidad de encontrar a alguien adepto y hábil sin recurrir a la democracia, lo que supondría una paradoja de la que es imposible salir. Elegir a un idóneo líder político por medio de un sufragio universal no reflejaría un buen raciocinio colectivo, pero tampoco sería posible toparse con el candidato congruo ayunando de una elección. Aquí, pienso que valdría mejor idear otras soluciones. Entonces, encontrarle a un candidato convenible se puede llevar a cabo por medio de una investigación por un grupo de jurados de diferentes puntos de vista políticos, diversas raíces y disparejas profesiones, así que se posibilitaría un mejor conocimiento de los grados de competencia, educación y virtud de prospectivos candidatos. A modo de ejemplo, Celal Şengör es uno de los más ínclitos científicos de Turquía que es también reconocido por todo el mundo. Es un geólogo tan exitoso como recibió premios por parte de numerosos países que encabezan el ranking mundial en materia de ciencias positivas tales como Austria y Francia. Al haber estudiado en Estados Unidos y sido asignado a Collège de France como profesor, conoce el exterior de Turquía para colmo. Si todo el mundo le conoce, ¿ por qué no se le asignaría a un puesto de ministro para que se encargue de los asuntos ambientales o educativos? Sería judicioso elegir los altos funcionarios de acuerdo con su mérito, algo que se llama la meritocracia. 

 Desde mi punto de vista, un sistema gubernamental por el estilo beneficiaría a la entereza de nuestra sociedad. Indudablemente, ésto no significa que funcionaría a la perfección sin fallos. Pueden surgir muchos, no obstante, nos incumbe a nosotros resolverlos. Además, ¿ No éramos nosotros que decíamos que la democracia ya tenía muchos fallos, sin embargo, era la mejor opción de la que dispongamos? Aquí está una alternativa.

 Gracias por leer.

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