Crítica de "Fasl Al-Makal" de Averroes y su Cuestionamiento

 Crítica de "Fasl Al-Makal" de Averroes y su Cuestionamiento

 En el momento donde estoy redactando este texto, desatinado a explicar compendiariamente el quid de una de las incontables obras de Averroes, Fasl Al-Makal en este caso, y poner en tela de juicio su congruidad con la actual coyuntura filosófica y religiosa del mundo contemporáneo, porto el deleite de acabar de leer dicha obra con total acribia, por lo tanto me considero, aunque no sea competente, suficiente en cierta medida para fraguar una opinión fundada a propósito de sus enunciados.

 Su obra llamada Fasl Al-Makal, expone en forma de fatwa, escritura religiosa y jurídica, la postura del ínclito filósofo en materia de relación entre el raciocinio y la Revelación. Amén de ésta, esclarece su actitud hacia disparejas vías de razonamiento para alcanzar la única verdad, aunque muchos le acusaron de desviación e incoherencia a raíz del malentendimiento de sus enunciados, lo que llevó a una preponderante mayoría de su "séquito" a interpretar su tesis como una herejía que abogaría por la existencia de dos diferentes verdades, una espiritual y una física, lo que él jamás defendió. Además, entre el filósofo fundamentalista Al-Gazali y el filósofo racionalista Avicenna, es decir, Ibn Sina, el filósofo cordobés desempeña un rol de mediador al optar por una opinión conciliatoria que no prohíbe la filosofía ni frivoliza la religión frente a la razón relegándola a un segundo plano.

 En cuanto a mi evaluación, diría que ve la vida en rosa y se atreve a aseverar sus reclamaciones de manera desmesuradamente asertiva aun cuando hace valer algunos puntos negligidos que fueron pasados por alto por sus predecesores. Uno de estos puntos sobresalientes es su constatación de que en caso de la veracidad del Corán, que ya es la presuposición, la fe y la razón deberían converger a la misma y única verdad. Según él, si la religión es verdadera, entonces ningún medio humano de observación científica desembocará en un resultado contradictorio con ella. Puede que esta idea parezca anodina y ya evidente, no obstante, en la Edad Media tardía era revolucionaria, a pesar de que pasó de revolucionaria a escandalosa en ciertas denominaciones musulmanas, en comparación con aquéllas que prevalecían en semejantes entornos.

  Para tocar también los defectos de su filosofía, preferiría comenzar con su manera ilusa e irrealista de conciliar la razón y la fe. Al aducir el significado obvio de ciertos versículos como punto de convergencia para las dos hasta que la ciencia—es decir, la aplicación verificable de la razón mediante experimentos—demuestre lo contrario, en cuyo caso este versículo divergente que se desvía y aleja de la realidad manifiesta empieza a requerir una actitud interpretativa, Averroes prueba ser tanto infantiloide como disidente e interrogador. Ya que esta hipótesis superficial defiende que vale mejor reinterpretar la Palabra de Diós en vez de reconocer su falsedad cuando surja divergencia alguna entre el hecho y el dogma.

 Además, el filósofo cordobés incurre en el error de adelantar demasiado sus asertos al punto donde se ciega con su confianza en sí mismo. Para ejemplificar, pretende poder proceder de la Revelación para llegar a la razón tan bien como al revés, es decir, de la razón a la Revelación. Sin embargo, no aporta ningún ejemplo de dicho razonamiento al revés.

 Pese a antedichos inconvenientes, siento necesidad imperiosa de confesar que su filosofía es relativamente contundente para su época por el equilibrio abogado porque, hasta aquel momento, las principales corrientes religiosas que regían la teología contemporánea se basaban en dogmas rígidos extremistas cuyas finalidades se pueden circunscribir  al oscurantismo y mojigatez.

 No obstante, Averroes, o mejor dicho, Ibn Rushd, para su desgracia, no pudo eludir a las críticas mordaces por parte de sus homólogos de aquel entonces, lo que debe ser una mancha bochornosa para la Edad de Oro Islámica tardía, después de la que el mundo arabigomusulmán cayó en una espiral irremediable de declive y desmedro que degeneró en el total colapso intelectual del mundo arabigomusulmán.

 En fin, a modo de conclusión, opino que se debería reconocerle a este gran sabio el valor que merece en el dominio de la filosofía y agradecerle el esfuerzo que realizó por la fusión y la reconciliación de lo religioso y lo científico, y espero que los medios científicos e intelectuales atesoren la memoria indeleble de Averroes y incorporen sus puntos válidos en sus redacciones como referencia.

Gracias por leer.

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